lunes, 29 de junio de 2020

COVID y Hasta Luego Aviación!



Estoy en mi vuelo de retorno a Lima. Tres meses en Santiago de Chile volando la operación carguera del holding, comisión que acepté voluntariamente y con la secreta esperanza de mantener el trabajo, pero el COVID no lo permitió. Ahora regreso a casa, pierdo el trabajo luego de 17 años y recién sopeso la magnitud y el daño causado por esta pandemia cuyas consecuencias y duración son catastróficas. Nadie lo pudo prever!.

En el mundo de la aviación comercial, concretamente, en las aerolíneas de pasajeros sus efectos han sido demoledores, despidos masivos y quiebras son una constante y los sueños de muchos pilotos se han estrellado contra la dura realidad de una condición mundial de salud que no parece tener un final cercano y que ha afectado a todo el planeta.

Esta pandemia a la que el mundo no estaba preparado, ha dado como resultado millones de muertes y ha ocasionado que todos los países del mundo, de una manera u otra, hayan tenido que hipotecar su futuro y bienestar por lo menos una década, con los consecuentes estragos a sus economías y por ende al bienestar de su gente.

Los servicios públicos médicos y privados se han visto desbordados y muchos países aún no tienen la fórmula para enfrentarla, más cerrar fronteras, decretar cuarentenas y aislamientos sociales lo que no ha hecho más que agudizar las graves inequidades de los sistemas económicos de muchos países del mundo. El Perú, no es la excepción.

Una economía basada en su mayoría por la ganancia diaria del sustento familiar, permitió de una manera u otra la subsistencia de las clases económicas menos favorecidas, pero la cuarentena, el miedo a salir por contagiarse y contagiar a un ser querido, ha provocado un desastre económico y laboral en el que como es usual, solo algunos no sentirán sus efectos debido a sus privilegiada situación financiera pero la gran mayoría, llámese clase media y baja, si estarán afectados mientras no haya una vacuna eficaz en el corto plazo.

En mi entorno, muchos pilotos, tripulantes, mecánicos, personal de tráfico, etc. hemos perdido nuestros empleos, corremos el riesgo de perderlo o hemos visto disminuido nuestros ingresos, pero en contraparte los gastos para las familias son los mismos. Además de esto, toda la cadena de servicios que gira alrededor del turismo se ha reducido a la mínima expresión. Hoteles, restaurantes, atracciones turísticas, museos, etc. se han visto en la necesidad de prescindir de personal por un futuro aún incierto, incrementando el desempleo. Además el Covid ha modificado nuestras costumbres y hábitos sociales como nunca se ha visto en la historia.

Hoy en día, la gente ya no ve como una prioridad social o de distracción, el ir a un restaurante o un cine, a una reunión social, o a un espacio público. El miedo al virus y al cambio de prioridades económicas hacia el mero sustento, provocado por los despidos, disminución de sueldos o falta de trabajo, va a provocar la quiebra o cambio de rubro de muchos negocios o actividades. Lo prioritario hoy es la salud, la alimentación y el techo. Es decir hemos retrocedido cientos de años, en que las únicas actividades se basaban en asegurar la mera supervivencia y el sustento básico.

El “efecto o síndrome de la cabaña” o el miedo a salir, se ha impregnado en la conciencia colectiva y si no fuera por la absoluta necesidad de trabajar y asegurar el sustento, pues muchas personas permanecerían en casa, dejando de visitar a sus padres o abuelos, por el temor de contagiarlos o “llevar el virus” y quienes son relativamente más vulnerables a los efectos de esta enfermedad.

He tenido la suerte de no contagiarme durante esta pandemia, hasta ahora, a pesar de haber volado por muchas partes del mundo, inclusive, a más aeropuertos que durante los últimos meses llevando pasajeros y hoy regreso a casa, sin poder volar debido a esta racha mundial de despidos en la comunidad de pilotos y con la esperanza de que una vacune llegue cuanto antes, para que todo regrese a la normalidad. Ojalá sea así, sobretodo para los menos favorecidos económicamente y los que buscan el sustento día a día. Con ellos mi solidaridad y compresión.

Y a mis compañeros de profesión, a los que amamos esta profesión de aviador, solamente pedirles paciencia. Tomemos este tiempo como si fuera una tormenta larga y poderosa, que nos impide hacernos al aire, pero sabemos que son temporales, pronto saldrá el sol para todos e iluminará nuestras alas con la llegada de mejores tiempos.

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