sábado, 19 de marzo de 2022

Noches sin Luna

Acaba de atardecer y me preparo para observar el cielo, una noche sin luna, es la mejor opción para ver el cielo. Sentado en la cabina de mi Boeing 767 de Nairobi a Dubai, le digo a mi Primer Oficial, un joven keniano de origen inglés, que voy a bajar la iluminación de la cabina por un rato con la eterna esperanza de ver “algo”. El atardecer y amanecer es la mejor hora para ver satélites artificiales, el sol ilumina sus antenas solares y logro algunos avistamientos. Parecen una lenta estrella fugaz y son fáciles de reconocer, pero muy el fondo de mi ser, lo que realmente me motiva de observar el cielo nocturno, es el deseo encontrar algo más.

Desde muy pequeño he vivido fascinado por la astronomía. Cuando miraba el cielo limeño era difícil encontrar cielos estrellados, pero en las pocas noches de cielos diáfanos, podía reconocer alguna que otra constelación y estoy seguro de haber visto luces cuya dirección no parecía corresponder a un avión.Por ese entonces aún no sabía explicarme qué eran esas luces extrañas en el cielo. ¿Habrán sido OVNIS? No lo sé.

Y es que no hay aviador en el mundo que no desee ver un objeto volador surcando el cielo, cielo que se ha convertido en nuestro segundo hogar y que para mi de una manera u otra me ha alejado y acercado a la tierra a la misma vez, por ya casi cuarenta años, volando aviones militares y comerciales. El observar el cielo nocturno me relaja, me hace ver qué pequeños somos los seres humanos y qué enorme y vasto es el universo.

Observo esta noche a mis constelaciones favoritas, Escorpión y Orión. Sus famosas “tres Marías” componen el cinturón de Orión y siempre cerca a Sirius, la estrella más brillante de la constelación del Can Mayor. No hay vuelo nocturno que no tenga la suerte de verlas…. ¿Qué es eso que parecen las luces de un avión, ahí cerca al horizonte ?…Fijo bien la mirada y me doy cuenta que está apareciendo Venus, el astro más brillante de la noche, solo la Luna le gana en luminosidad.

Un par de horas después y lógicamente sin descuidar el vuelo y las comunicaciones, alterno con mi observación estelar. Hoy ya vi varias estrellas fugaces, pero esta noche están sobre un mismo sector, así que recurro a mi mapa estelar, una buena aplicación en mi IPad me dice que son las Normidas una lluvia de estrellas con su máximo pico en dos días más y como estaré de regreso en esa fecha pues quizás tenga un bonito espectáculo …….¿veré algo más? Ojalá esta vez sea esa ocasión que espero con ansias.

Es evidente y sería iluso pensar que no hay vida extraterrestre, conozco amigos que si han visto objetos y que no han caído en la calificación de meteoritos, meteoros o meteroides. A mí me pegó un minúsculo meteorito que rompió dos de las tres capas de mi parabrisas cuando volaba sobre Piura años atrás. Pero regresando a lo aún inexplicable, esto seguro y sería muy presuntuoso de mi parte considerar que los seres humanos somos los únicos en este vasto universo.

Cientos de pruebas físicas cuyo origen aún no ha sido explicados, confirman de alguna manera que no estamos solos y que seres más inteligentes y avanzados que los seres humanos tuvieron que haber dejado esas huellas. Las líneas de Nazca, los megalitos de Stonehenge, la perfección en la construcción de las Pirámides, los Moais de la Isla de Pascua, son solo algunos ejemplos de civilizaciones más avanzadas que la de nuestros antepasados y que nos dejaron un mensaje impregnado en arena y rocas, de que los seres humanos no estamos solos en el universo y que ellos nos observan.

Luego de seis horas de vuelo, de una conversación interesante con mi amigo Keniano, quien coincide conmigo en este tema y quien me cuenta extraordinarios relatos de su maravilloso país, de sus tribus y el amor por la naturaleza, me doy cuenta que el piensa como yo, que no estamos solos, que acá desde la cuna de la civilización humana, somos solo una pequeña parte del universo. Pensar que somos los únicos, impediría que sigamos mirando el cielo y las estrellas. Cuando eso suceda, habremos dejado de evolucionar como seres humanos, seres en constante búsqueda de la explicación de nuestro origen y destino.

Estoy por aterrizar, pasado mañana me espera otra noche larga, esperando que esta vez, si pueda ver “algo más”, que me confirme lo pequeño que somos los seres humanos en este universo. Si no lo veo, no importa, seguiré viendo el cielo, con la misma fascinación que tenía de niño. El día que pierda las ganas de mirar al cielo, solo será solo por alguna limitación física que no impedirá que pueda recordar la belleza del cielo nocturno y sus estrellas, hoy los invito a conocerlas con ojos de aviadores y qué mejor que en noches sin luna.